4:30 PM en Achao: Cuando el calor no pudo detener las voces del medioambiente

0
592

En un liceo con ventanas abiertas rogando que entre una brisa, un puñado de isleños estrena un documental hecho por ellos mismos. No hay glamour, no hay presupuesto infinito, no hay celebridades. Solo tres historias reales de cuidado ambiental en la Isla de Quinchao. Y un calor infernal que, por una vez, no logró apagar nada.

Por: Salime Sfeir

Viernes 28 de noviembre en la tarde. Achao.

Ni una brisa. Ni un ápice de aire en todo Achao y el Liceo Bicentenario Insular Básico está ahí, con sus ventanas abiertas de par en par, con sus puertas que dan a la calle rogando—literalmente rogando—que el calor se digne a salir. O quizás invitando a que algún alma perdida entre y se siente, aunque en las calles de Achao, a esta hora, no transita nadie. Absolutamente nadie.

Fabián San Martín—jockey, polera blanca, pantalones beige, el uniforme perfecto del realizador indie que no quiere llamar la atención—prepara el proyector casi de incógnito, como si fuera un técnico más y no el músico y compositor detrás de todo esto. En la cocina improvisada, algunos profesores y personal administrativo preparan refrescos para un público que, bueno, faltan quince minutos para el estreno y el público simplemente no ha llegado.

La quietud es asfixiante. El calor, peor. Todo huele a mal augurio.

Algunos metros más allá—porque en Achao todo está a “algunos metros”—la plaza escupe los primeros acordes de la Teletón. Esa Teletón omnipresente que te recuerda que, hey, tal vez un documental sobre cuidado medioambiental no es exactamente la prioridad de un viernes como hoy.

Pero entonces aparecen ellas. Las artesanas del humedal de Villa Quinchao. Sonrientes, saludando a los pocos—los muy pocos—que estamos ahí. Y minutos más tarde, como si alguien hubiera tocado una campana invisible, comienzan a llegar otros. Niños. Locales. Gente real de lugares reales.

Carlos Carvajal, profesor de ciencias y segundo protagonista de una de las historias del documental, llama al productor ejecutivo José San Martín: ha tenido un percance con su vehículo en Curaco de Vélez—a unos diez kilómetros—y avisa que llegará justo a tiempo.

El mal augurio se dispersa. Todo se acomoda. Empieza el show.

Fabián toma el micrófono con esa naturalidad de quien ha impulsado proyectos en comunidades locales de Chiloé durante años. Cuenta el mensaje: “Se narra la vida en torno del cuidado medioambiental de diferentes vecinos de la comuna de Quinchao. En estas historias, ellos nos cuentan cómo, a través de sus oficios, hay un cuidado de la naturaleza.”

Pero no, no se trata de otro documental más sobre salvar ballenas o reciclar botellas. Lo central—y Fabián lo deja claro—es que este proyecto ha sido prácticamente generado en su totalidad por actores locales. La única excepción es Fernanda Montero, la montajista, que vive en Santiago. Todo lo demás: puro Chiloé.

“Es un impulso para que hagamos cosas, busquemos soluciones a la problemática de la vida cotidiana”, dice Fabián, y suena sincero, no como eslogan de campaña municipal.

El documental se compone de tres historias de quince minutos cada una. Tres historias ubicadas en la Isla de Quinchao. Y para sorpresa de todos—o tal vez no tanta sorpresa porque esto es una isla y aquí todos se conocen—las tres historias tienen eco en el público. La iniciativa del Bosque de Palqui que lidera Paola López, la limpieza de playa de Carlos Carvajal, el trabajo de artesanía sustentable de las mujeres de Villa Quinchao: todo forma parte del conocimiento colectivo.

“Estas historias nos confirman que este tipo de trabajos pueden generarse de manera local, con nuestra propia gente”, sintetiza Fabián. Y entonces, se da inicio al documental.

Ahora el escenario es un borde costero: la playa de Achao. Vemos niños que corren, saltan, se mueven a lo largo de la arena. Se preparan para una nueva jornada de limpieza de playa. El grupo lo lidera Carlos Carvajal, quien con calma—con esa calma de profesor que ya ha repetido esto mil veces—repite varias veces a sus alumnos que deben primero ponerse los guantes antes de iniciar la actividad.

Aquí la dinámica es distinta. La juventud, la inmediatez, la apertura de la playa de Achao invita a contemplar el medioambiente desde otra óptica, en otro ritmo. Seguimos dentro del cuidado medioambiental, sí, pero los niños aportan la esperanza, la jovialidad, el entusiasmo y el futuro. Es otro lente igualmente válido, que se complementa con los otros dos.

Y entonces vemos el daño real. Colillas de cigarrillos. Botellas de vino de tetrapack. Plástico. Mucho plástico. Objetos que yacen como testigos mudos de la irresponsabilidad humana. Para el profesor, este mal hábito debe ser corregido. Las bolsas de basura se van acumulando mientras los niños saludan y corren frente a la cámara con ese entusiasmo que solo tienen los niños cuando hacen algo que consideran importante.

Finalmente, el cierre: una imponente toma aérea de la bahía de Achao, los alumnos junto con su profesor despidiéndose y de fondo la Iglesia Santa María de Loreto con las casas como telón.

Aplausos.

Fabián realiza un cierre, deja espacio para un breve diálogo. Algunos asistentes hablan. Todos coinciden en la belleza de las imágenes, en la importancia de sus actores. José San Martín cierra apelando a cómo este trabajo es un testimonio no solo para hoy sino para las futuras generaciones.

“No importa el lugar, el medio, las circunstancias”, dice José. “Lo importante es poder difundir, hoy día, esta agonía que está teniendo la tierra. Proteger al medioambiente es una pieza fundamental en el ecosistema y para nuestras futuras generaciones.”

Se nos invita a compartir los alimentos. El calor no se ha ido. El público tampoco. Y mientras espero a que los protagonistas coman y se relajen, algunas preguntas no dejan de dar vueltas: ¿por qué nos cuesta tanto cuidar el medioambiente? ¿Por qué este tipo de iniciativas suelen ser la excepción?

Las imágenes del paisaje y el relato de sus actores siguen en mi interior. Sí, he escuchado auténticas voces por el cuidado medioambiental en esta remota Isla de Quinchao.

José San Martín deja las palabras finales: “Chiloé siempre ha sido postergado, tal vez por la geografía, o porque somos tan pocos, pero estos pocos pueden cambiar para bien el mundo. El documental es una forma de crear alerta y de que se debe cambiar la postura que tenemos frente al medioambiente. Y ese cambio debe partir aquí, en este video que hicimos con los pequeños. Esta generación, en veinte años más, va a tener mucha conciencia de lo que es el medioambiente.”

Afuera, el calor sigue ahí. Implacable. Testigo mudo de que algo, quizás, acaba de empezar.

Este documental fue financiado por el FFMCS (Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social) Folio 118219 del Gobierno de Chile, año 2025.

Ficha técnica

Título: Voces por la naturaleza. Historias de cuidado medioambiental en la Isla de Quinchao

Duración: 45 minutos

Formato: digital

Año: 2025

Equipo: José San Martín, productor ejecutivo, Fabián San Martín, compositor de la banda sonora, Manuel Ibáñez, camarógrafo, Daniel Ruiz, ingeniero en sonido, Fernanda Montero, editora y montajista, y Salime Sfeir, periodista.

LEAVE A REPLY

Please enter your comment!
Please enter your name here