Este mes dedicaremos nuestra entrada a reflexionar sobre la importancia que tiene la Biblia. Todo el mes de septiembre la Iglesia nos invita a tomar conciencia sobre el sentido y valor de la Palabra de Dios. Efectivamente su valor trasciende un mes específico, pero nuestra frágil memoria requiere de ayuda, de ahí el sentido de este mes para nuestra vida de fe. En la rutina del día a día, nuestros ritmos pueden dejarnos poco tiempo para mantener el hábito de leer la Biblia. Pero, ella no es solamente un libro más, es el más importante de todos, pues, como cristianos, reconocemos que Dios mismo nos habla a través de ella. San Jerónimo, nos lo recuerda: “La ignorancia en las escrituras es ignorancia de Cristo”. Así, nuestra vida espiritual no puede prescindir de su lectura frecuente, como auténtico alimento espiritual.
Junto con tener poco tiempo, podemos agregar también el no tener los conocimiento suficientes para leerla. Ambas excusas no son sino dos formas concretas de caer en la tentación de alejarnos de Dios al no escucharlo. En efecto, Dios es amor y lo que Él espera de nosotros es que correspondamos libremente a quién es Él. Pero, ¿cómo podemos amarlo, si no lo conocemos? Cuando alguien ama a otra persona, es porque ha comenzado a conocerle, pero es tanta su atracción que desea seguir conociéndole todos los días de su vida. De la misma manera acontece con Dios. La Biblia es fuente segura para profundizar este misterio de amor que nos une a Él. Quizás, nuestro esfuerzo no ha de pasar por ir más allá de nuestras capacidades, sino tan solo en aprender a ser humildes, ir de menos a más. “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque ocultaste estas cosas a los sabios y discretos y las revelaste a los pequeñuelos” (Mt 11, 25). No por poseer mucha erudición sobre temas bíblicos tenemos garantía de escuchar realmente la Palabra de Dios. El sentido está en saber escuchar lo que Dios me está diciendo a mi, en mi vida y circunstancias. Solamente así podemos transformarnos en auténticos discípulos suyos que irradian el bien en el mundo.
Hoy, los tiempos que vivimos nos permiten disponer a través de la tecnología una serie de beneficios para escuchar con mayor prontitud la Palabra de Dios, todo al alcance de una pantalla táctil. Indicamos algunas páginas que pueden incentivarnos:
1) Comentarios al Evangelio (Vatican News)
2) Evangeli (Aplicación con el Evangelio y comentarios a las lecturas)
A continuación reproducimos un extracto de San Agustín con algunos consejos prácticos y sencillos de cómo leer la Biblia:
“Cuantos temen a Dios y por la piedad son mansos, buscan en todos estos libros la voluntad de Dios. Como ya hemos dicho, lo primero en este empeño y trabajo ha de ser conocer estos libros, leyéndolos, aunque no todavía para entenderlos; más bien, o para aprenderlos de memoria o, por lo menos, para que no le sean enteramente desconocidos. Después ha de investigar ya más solicita y cuidadosamente lo que en ellos claramente se dice, ya sean reglas de vida, ya reglas de fe, y en esto tanto más podrá hallar cada uno cuanto mayor capacidad de entender tenga, pues en esto que claramente se dice en las Escrituras está cuanto pertenece a la fe y a las costumbres de vida; es decir, a la esperanza y a la caridad […] Luego, una vez adquirida cierta familiaridad con el lenguaje mismo de las divinas Escrituras, procédase a explicar y discutir lo que de oscuro hay en ellas, tomando ejemplos de locuciones claras, para ilustrar por ellas las locuciones oscuras, y por las sentencias ciertas resolver las dudas de las dudosas. En esto servirá de mucho la memoria; pero si ésta falta, no se la darán a nadie estas reglas” (Sobre la doctrina cristiana 2, 9).
Que este mes Dios nos conceda la gracia de ser más constantes en nuestra lectura de la Biblia. San Jerónimo, ruega por nosotros.
+ pax et bonum