Abuso Sexual Infantil: Detéctalo, detenlo, denúncialo.

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La Convención de los Derechos del Niño afirma que “el niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión”. A partir de este criterio y como una obligación ética e ineludible con esta generación, como Estado debemos proteger a los niños y niñas contra “toda clase de violencia física o mental”.

El abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes es el peor de los abusos, constituye una de las peores violaciones a los derechos humanos y a pesar de ser un problema creciente en el mundo, transversal a todos los estratos socioeconómicos, la mayoría de los casos no son detectados ni denunciados. Daña la supervivencia, la dignidad, la integridad, la salud y el desarrollo del niño/a, lo que conlleva efectos de corto y largo plazo, muy difíciles de superar y pueden dejar huellas de por vida.

Existe una amplia literatura que concuerda con las secuelas y consecuencias profundas, no sólo en la vida cotidiana, sino también a largo plazo, así por ejemplo,si un niño experimentó una experiencia traumática durante su niñez, tiene un 95% de probabilidad de sufrir otro más. O niños que han sufrido más de cuatro tipos de maltrato, tienen mayor probabilidad de sufrir depresión, alcoholismo, drogadicción, hepatitis, intentos de suicidio y tienen una menor esperanza de vida.

Según cifras de la Subsecretaría de Prevención del Delito, las denuncias de abuso sexual y violación en menores de 18 años, a nivel nacional fueron 5.770 en 2018. De ellas, 24% corresponde a abusos sexuales a menores de 14 años. En la región de Los Lagos, fueron 260 casos los detectados durante el 2018 menores de 18 años. Sin embargo, sabemos que la develación por parte de las víctimas suele ser tardía y que la mayoría de las personas no denuncia, al ser el victimario una persona cercana.

El Gobierno de Chile, liderado por el Presidente, Sebastián Piñera, busca priorizar los derechos fundamentales y el bienestar de todos los niños, niñas y adolescentes de Chile. Un compromiso total e irrestricto que pretende colocar a “los niños primero” en todas las esferas de nuestra sociedad. La promoción de una agenda de prevención del abuso sexual infantil y el acompañamiento a las víctimas y sus familias, son parte de este importante compromiso. Entre muchos de ellos el más destacable en la materia, es la tramitación del proyecto de ley que declara la imprescriptibilidad al abuso sexual infantil.

Los niños, niñas y jóvenes víctimas de abuso sexual, independiente de su estrato socioeconómico y nivel educacional, con frecuencia callan o de decirlo, lo revelan después de mucho tiempo, ya sea, por miedo, culpa, impotencia, desvalimiento, vergüenza. Suelen experimentar un trauma característico de este tipo de abusos: se sienten cómplices, impotentes, humillados y estigmatizados. Por ello este proyecto de ley, logra que el paso del tiempo, no sea un factor de ausencia de justicia.

Muchos adultos, padres y madres, prefieren no hablar de abuso sexual a sus hijos o hijas, porque no saben cómo hacerlo, por miedo, vergüenza o por un historial propio de abuso que no han enfrentado. Si bien no es fácil, es fundamental hablar del tema. El silencio, el secreto, la falta de información, los prejuicios, la vergüenza trabajan a favor del abusador. El cuidado y la protección de los niños y niñas corresponden a los adultos. Por ello, es importante destacar que no es correcto traspasar esta responsabilidad a los niños, como se ha hecho históricamente: cuídate, no hables con extraños, que nadie te toque. Los adultos debemos estar atentos para detectar señales y tener especial cuidado en conocer a las personas que nos rodean, especialmente si tienen contacto con los niños.

Somos los adultos los responsables de estos abusos, no sólo porque se ejerce en su mayor porcentaje al interior de las propias familias, sino además porque ocurre en silencio, deja huellas dolorosas, muy difíciles de borrar, manipula la confianza de sus víctimas y daña a los niños de manera irreparable. Los niños deben ser protegidos y amparados, seamos conscientes que ellos no pueden defenderse, por eso, el abuso sexual infantil es el peor abuso. Y es nuestro deber, como adultos, detectarlo, denunciarlo y detenerlo.

Soraya Said Teuber

Seremi de Desarrollo Social y Familia

Región de Los Lagos

 

 

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